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Próximo destino: Gredos
Ya está todo listo para nuestro primer blogtrip de la temporada. Este fin de semana, nos vamos a Gredos. Más concretamente a Hoyos del Espino, donde instalaremos nuestro campamento base en el Hostal Restaurante La Mira de Gredos. Ya de primeras y, por lo que hemos visto en las fotos de su web y en su página de Facebook, además de ser un sitio pintoresco, se debe comer de lujo. Debe ser que el frío abre el apetito.
El fin de semana se nos va a hacer corto con todo lo que tenemos planeado hacer. Por cierto, nos ha sido muy útil la información recogida en el portal VenAGredos, una auténtica ‘enciclopedia’ de la Sierra de Gredos. Viendo las recomendaciones de otros usuarios de esta comunidad de viajeros enamorados de la sierra de Gredos, me sorprede la cantidad de cosas que se pueden hacer allí.
Nosotros por lo pronto, tenemos pensado hacer una ruta cultural a caballo con Gredos Ecuestre por el entorno de Arenas de San Pedro (en la cara sur de la Sierra de Gredos). Tampoco vamos a perder de vista la cara norte, visitando la Casa del Parque de Sierra de Gredos, a través de la Fundación Patrimonio Natural Castilla y León.
¡Como no ibamos a estar ilusionados con el blogtrip que se avecina! Con las buenas referencias que tenemos de esta zona abulense, y lo que hemos leído en las opiniones de varios usuarios de VenAGredos, no es para menos.
Parece ser que hasta los picos más altos del Macizo Central nos van a recibir con sus mejores galas, las primeras nieves de la temporada. En un par de días cambiaremos el contaminado aire de la Gran Vía madrileña por el aire de montaña.
Nos vemos en Gredos. Os contamos la experiencia y mucho más, a la vuelta. Natalia y José.
Coordenadas GPS: 40°15′N 5°13′O
Ávila, un tesoro amurallado
¿Necesitas hacer un kit kat? Ávila es la mejor terapia de choque contra el nuevo síndrome del urbanita, el resultado de mezclar estrés, atascos y gentío. Si vivir en una gran ciudad puede ser un infierno, Ávila es el paraíso necesario y oportuno. Y es que, más allá de las murallas medievales, quedan terminantemente prohibidos los coches, los ruidos y, sobre todo, las prisas. ¿Entramos?
Nada más atravesar la Puerta del Alcazar -un buen lugar para empezar la visita-, el relój deja de marcar las horas haciendo caso, por una vez, al famoso bolero. Antes podemos dejar el coche ‘desterrad0’ unas horas en el Parking de la Plaza de Santa Teresa o El Grande o en el Parking del Parque del Rastro si entramos al centro por La Puerta del Rastro que va directamente a la Plaza del Ayuntamiento. Ambos caminos confluyen en la Plaza del Mercado Chico, donde está el Ayuntamiento de Ávila y algunos de los mejores bares de tapeo castellano como El Buen Yantar (Calle Vallespín, 1).
Un consejo vital para el viajero: es muy probable que en el trayecto que va desde la Catedral al Ayuntamiento, nos aborden varias personas para ofrecernos menús, a priori, muy suculentos para los restaurantes de la calle Comuneros de Castilla, Enrique y Vara del Rey. Esta vez, el hambre nos hizo pensar con el estómago y lanzarnos a meternos de cabeza en el primer sitio recomendado en internet. ¡Error 404! Nos arrepentimos ya desde el primer plato: malo, escaso y caro. Hubiera sido más útil preguntar a los lugareños que nos habrían enviado a la calle Reyes Católicos, donde los restaurantes ofrecen más calidad por un precio igual o menor.
Dentro de la ‘Gran Muralla’ románica, se esconden rincones que merecen la pena desvelar. En este viaje hemos descubierto unos cuantos que nos han dejado muy buen sabor de boca. Y no es para menos. Aunque solo sea por probar sus bombones de stracciatella o comprar la típica cajita de yemas de Santa Clara (desde 8 unidades), no te vayas de Ávila sin visitar Las Delicias del Convento, un auténtico palacio ‘gourmet’, donde encontraréis repostería monacal (yemas, huesos…), legumbres de la tierra, embutidos y el mejor trato de sus encargados.
Los edificios vanguardistas reclaman su espacio en la ciudad castellana, con permiso del legado arquitectónico románico, como el nuevo Palacio de Congresos ‘Lienzo Norte’ que refleja en sus partes acristaladas a las milenarias murallas, como si rindiera algo de pleitesía.
Buscas la mejor panorámica de la ciudad? Cruza la muralla y sube al antiguo humilladero de Cuatro Postes, desde donde podrás ver el monumental conjuto de las murallas de Ávila, o lo que es lo mismo, 2,5 kilómetros de piedra, 88 torres y 2500 almenas. A fin de cuentas, es gratis y posiblemente el mejor souvenir que uno puede llevarse de la ciudad.
Coordenadas GPS: 40°39′″N 4°41′″O
Aranda de Duero, el buen yantar
Aranda de Duero, capital de la Ribera del Duero, nos recibe siempre con la mesa puesta. Ya lo dice el refranero popular, tan castellano como estas tierras, ‘Aranda de Duero, Tierra de vino y cordero’. Y vaya si se cumple. Pasar un fin de semana en Aranda de Duero siempre deja buen sabor de boca, sobre todo si nos gusta pegarnos un homenaje de vez en cuando.
Aranda se ha ganado a pulso ser un destino imprescindible para los amantes de los viajes gastroculturales. Imposible resistirse a su ‘lechazo’ acompañado de un buen vino. Con el plus de que solo en los bares de Aranda te puedes tomar un vino de la casa y que, con toda probabilidad, sea un Ribera del Duero como poco.
La ciudad interior
Uno de los grandes atractivos turísticos del municipio son sus Bodegas del siglo XV. Más de siete kilómetros de galerías que conectan una bodega con otra, como si de una ciudad subterránea se tratara, hacen la visita a las Bodegas Históricas una experiencia curiosa y diferente. Nosotros visitamos la Bodega Histórica Don Carlos (Calle Isilla, 1 esquina Josefina Arias de Miranda), de origen medieval y donde además de degustar varios vinos, ofrecen una original teatralización histórica. Está en pleno centro de Aranda de Duero, así que pilla a mano de todo.
La visita cuesta 5 euros por persona (tarifa 2011), pero hay otras bodegas históricas cuya visita es gratuita como las del restaurante El Lagar, el mejor restaurante según los arandinos, donde también hicimos parada para degustar sus famosos lechazos y sus premiados pinchos calientes. Una recomendación: probar el pincho de Soufle de Bacalao. Delicíoso, incluso para los poco fans del bacalao, como yo.
Como no solo de comer y beber vive el viajero, con la vista también se puede saborear cada rincón del casco viejo arandino. Un punto para empezar la visita turística puede ser el monumental templo de Santa María La Real. En pleno casco histórico de Aranda de Duero se alza majestuoso este templo con aires de Catedral. Merece la pena ser visitado por la noche por el espectacular efecto de la iluminación en sus filigranas góticas.
¡Top Tip!
Los más poperos saben bien que en Aranda de Duero, además del vino, el cartel del Sonorama Ribera mejora con los años hasta haberse convertido en uno de los festivales de música pop rock de referencia en España, amén de ser el más importante de Castilla y León. El festival suele celebrarse a mediados del mes de agosto.
Coordenadas GPS: 41°40′17″N 3°41′11″O
Menorca, la isla bonita
No es que el resto de las Islas Baleares sean más feas. Ni mucho menos. Pero es que en cuanto uno pone el pie Menorca se da cuenta de que, muy a pesar del turismo, la isla mantiene intacto su sex-appeal original. Es de lejos, además, la isla más verde y mejor conservada del archipiélago balear.
Si estabas buscando una isla para perderte, la acabas de encontrar. Menorca no tiene nada que envidiarle a esas playas del Caribe que a todos se nos antojan paradisíacas incluso sin haberlas pisado.
Eso sí, hay que tomárselo con calma porque por pequeña que parezca (tiene un superficie de 700 kilómetros cuadrados de extensión), unas 50 calas solo son accesibles a pie o en barco. Nosotros, en un par de ocasiones y tras un pateo de hora y media, estuvimos a punto de tirar la toalla y no precisamente en las deseadas calas vírgenes. No siempre merece la pena la caminata, pues te puedes llevar la sorpresa de que una excursión de italianos con pinta de haber empalmado el día con la noche anterior tengan tomada la cala, como nos pasó en Macarella. Por eso, el primer consejo viajero es visitar la isla cualquier otro mes que no sea agosto. Aunque Menorca tenga fama de ser un remanso de paz, con miles de turistas por todas partes es prácticamente imposible.
Menorca no es lugar ni para gente impaciente, ni en baja forma física. El acceso a calas como El Pilar o Alocs, en el noroeste de la isla o la famosa Macarelleta, en el suroeste, requieren buena condición física y mucha paciencia, como poco. Claro que el esfuerzo merece la pena, sobre todo en las calas de la costa sur de la isla como Cala en Turqueta, Macarelleta, Mitjana o Calascoves.
Si quiere moverte en coche, de cala en cala, tendrás que madrugar porque sobre las 10.30 de la mañana cierran los aparcamientos más cercanos a Cala Mitjana o Macarella. Es preferible ir temprano antes de que se llene.
Aunque sea mundialmente conocida por su costa, las ciudades menorquinas son todo un descubrimiento, tanto por el aire isleño que te hace desconectar de todo. Si tuviera que elegir entre Maó y Ciutadella, me quedo con esta última que sin ser la capital tienemás encanto y unas puestas de sol espectaculares (las mejores de la isla se pueden contemplar desde el Faro de Punta Natí, a 10 minutos en coche de Ciutadella o desde el Faro de Cavalleria).
En Ciutadella descubrimos un restaurante italiano, Oristano, que en su carta combina cocina italiana con platos típicos menorquines y todo está buenísimo. En verano, tienen terraza a pie de calle y en el piso superior con hiedra trepadora y farolillos, creando un ambiente muy especial, isleño y romántico.
Tampoco podemos irnos de la isla sin sentarnos en la mesa del que probablemente sea el mejor restaurante de Menorca, el Ca Na Marga, un restaurante familiar situado en la carretera que va desde Es Mercadal a Fornelles. Las carnes a la brasa son su especialidad, aunque después de probar otros platos, todo lo hacen con muy buena mano.
Los tesoros de la isla
La Menorca interior ha sido en este viaje todo un descubrimiento. Pueblos como Alaior, Es Migjorn Gran o Ferreries ofrecen la cara más autóctona de la isla balear. Encima se come de lujo. Y para muestra, las tapas del Bar Peri, en pleno centro de Es Migjorn Gran. Tapeamos de lo lindo por solo 15 euros/dos personas. Aunque no sea un población de interior, otro tesoro escondido de la isla es el municipio de Binibèquer Vell, un pueblo marinero restaurado en 1972 por donde los últimos rayos del sol juegan a perderse a última hora de la tarde. Con un escenario así, las mejores fotos del viaje están aseguradas.
Coordenadas GPS: 39°48′00″N 3°70′00″E